Había una vez un cerdito llamado Pancho que vivía en una hermosa granja, donde no le faltaba la comida y vivía rodeado de su familia y muchos amigos. Pero Pancho no era feliz. Se pasaba los días mirando al cisne Paco. Paco era hermoso, tan blanco… y siempre limpio y con ese pico tan fino. Sin embargo, Pancho se veía bajito y gordo, siempre sucio y no le gustaba nada su hocico.
Un día su madre, que llevaba días observándolo se acercó a él y le preguntó:
– ¿Qué te pasa Pancho? Siempre estás triste y no juegas con tus amigos.
– Quiero ser como Paco, tiene mucha suerte de ser un cisne – respondió Pancho.
La mamá de Pancho empezó a reír y le dijo:
– No deberías envidiar ni compararte con otros animales Pancho. Él está limpio porque se pasa el día en el agua, pero tú te lo pasas mucho mejor jugando en el barro con tus amigos. El cisne tiene un fino pico, pero seguro que no puede comer las ricas bellotas que tanto te gustan. Él solo tiene dos amigos, pero tú tienes decenas de hermanos y amigos con los que compartir tus días. ¿No has pensado que a lo mejor a Paco le gustaría ser un cerdito y ser tan feliz como nosotros?
Pancho pensó un poco y miró a su madre y le dijo:
– Gracias mamá, solo veía lo que me faltaba y no me daba cuenta de lo mucho que tengo. Me gusta ser un cerdo.
Desde entonces Pancho fue más feliz y disfrutó siendo tal y como era.
Escrita por Julia Perea Rodríguez (1º ESO E)